martes, 11 de febrero de 2014

El antiguo Cristo del Perdón, o "de los espejos" en la Iglesia Parroquial de la Encarnación


Artículo publicado en el Programa de Fiestas de San Roque
Ildefonso Rueda Jándula

Cristo del Perdón o "de los espejos" en
la capilla lateral del Altar mayor de la
Iglesia Parroquial de la Encarnación
(Fototeca de la Universidad de Sevilla)
Las nuevas formas catequéticas de introducir a los fieles en el conocimiento de un templo parroquial, priorizan aquello que no se ve frente al entretenimiento de algunos en las bóvedas y columnas, las capillas, el retablo mayor... Cosas que también están en otras iglesias. Lo más importante es lo que no se ve, el protagonista de lo que en estos espacios sagrados ocurre: Cristo Jesús, el Señor Resucitado presente en su Iglesia. 

Ocurre que en nuestro templo parroquial, también en el orden del patrimonio mueble, lo más importante es lo que no se ve, o mejor dicho, lo que ya no podemos ver. Al hablar de los tesoros artísticos de la Parroquia de Arjonilla, hay que hacer mención obligada al patrimonio destruido durante la guerra civil, que poco a poco vamos conociendo gracias a los hallazgos documentales y gráficos con los que nos sorprenden nuestros archivos.

Presento en este artículo, el reciente hallazgo de una fotografía perteneciente al antiguo Cristo del Perdón, popularmente conocido como Cristo de los "espejos", ya que a partir del siglo XVIII la capilla en la que se ubicaba fue dotada de un retablo dieciochesco de rocallas y cornucopias, bajo el arco lateral izquierdo del presbiterio bajo, donde hoy se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Piedad. 

Para el culto público, existían en Arjonilla dos imágenes cristíferas de gran valor artístico. El Santísimo Cristo de las Misericordias, perteneciente a la Cofradía de la Vera-Cruz, fundada en el siglo XVI, con altar dedicado en la antigua Parroquia de Santa María del Valrrico, posteriormente ermita de la Soledad, y trasladado a finales del siglo XIX a la reconstruida ermita de San Cristóbal, la ermita del "Santo". El Santísimo Cristo de las Misericordias, que dio nombre a la calle que conducía a su ermita, era conocido como el "Padre de las Aguas" y procesionaba en públicas rogativas, sobre la cruz dorada de espejos de la Cofradía de la Vera-Cruz. De esta imagen, recuerdan nuestros mayores su gran tamaño y la policromía oscurecida por el paso de los siglos. 

La otra imagen cristífera de gran devoción para los arjonilleros era el Cristo del Perdón, de menor tamaño que el anterior, en una representación iconográfica, cuya corona la ubica cronológicamente en los tiempos renacentistas, aunque la obra en general cabalga entre la Edad Media y el Renacimiento. La bella talla presenta a Cristo muerto, con la boca entreabierta y los ojos entornados, de excelentes proporciones y cuidada anatomía. La cabeza, inclinada a la derecha, es ceñida por una corona de espinas de dos ramas trenzadas, sujeta la melena en dos guedejas, ambas cayendo hacia la espalda. La fotografía muestra el retablo donado en la segunda mitad del siglo XVIII por Doña Ildefonsa Cobo Quirós, para esta devoción, que con anterioridad a este retablo, se mostraba sobre las pinturas de temple a la cal con decoración vegetal y ángeles que hoy podemos observar.

Las primeras referencias documentales sobre el culto y devoción que los arjonilleros profesaron a lo largo de los siglos hacia el Cristo del Perdón, aparecen en los protocolos notariales, a través de un buen número de testamentos, en los que las mandas testamentarias con frecuencia  obligan a los albaceas a ofrecer misas de difuntos en la capilla del Cristo. En el siglo XVII encargan misas de difuntos en sus testamentos Lucía López, en 1609, Francisco de Úbeda y Lucía de Morales en 1628, Juan Gutiérrez de la Fuente en 1662 y Brígida de Morales en 1666. Otras mandas relacionadas con la devoción del Cristo del Perdón son donaciones, como la de Isabel Ruiz en 1633, quien estipula en su testamento: "Mando que luego que yo fallezca se le den unos manteles animaliscos nuevos que yo tengo para que se pongan en el altar del Santo Cristo de la iglesia mayor de esta villa a quien se los mando”. En 1679, María de Soto realiza una donación parecida a la anterior para el altar del Santo Cristo de la Parroquia, si bien no concreta la calidad de los manteles. En la misma temática testamentaria se encuentran las disposiciones en cuanto a la sepultura del testador. En 1663, Juan de Morales Mingo estipula que su cuerpo sea enterrado en la sepultura junto a la capilla del Cristo. Lo mismo ocurre en 1700 por Sebastián de Morales Garza, y en 1712 por Ana Verdejo.

Capilla lateral decorada con pintura mural anterior al
retablo del siglo XVIII. Imagen actual de la capilla
en la que se venera a Ntra. Sra. de la Piedad.
Hasta la primera mitad del siglo XVIII, el Cristo del Perdón se mostraba sobre las pinturas de temple a la cal que decoraban la capillita lateral. Dos ángeles parecían sostener la Cruz entre decoración vegetal, que fue ocultada por el retablo donado por Doña Ildefonsa Cobo de Quirós, según informa su testamento: "Asimismo quiero y es mi voluntad que si al tiempo de mi muerte no dejase dorado el retablo del Señor Crucificado que costeé por mí en la Iglesia de esta Villa, se dore por mis albaceas". Se trata de un pequeño retablo en el que predomina la decoración de rocalla, tan del gusto dieciochesco, y que en 1770, al realizar testamento la donante, se encontraba aún sin dorar. Todo el arco de la capilla estaba decorado con espejos a modo de cornucopias, quizá para provocar efectos de luz, ya que en el tiempo estival esta capilla se ilumina con la luz que penetra al interior del templo a través de la linterna, lo que determinó la aclamación popular sobre esta imagen como "Cristo de los espejos". 

Visión lateral de la embocadura
del retablo y su coronación
Sobre la personalidad de Doña Ildefonsa Cobo de Quirós, en otras publicaciones hice mención al mecenazgo que practicó, particularmente sobre el patrimonio artístico del templo parroquial de la Encarnación. De su legado, conserva la colección de orfebrería parroquial una pieza de gran valor, el copón de plata sobredorada coronado por singular esmeralda, que al tiempo de su donación causó la admiración de los vecinos. Estos datos nos los proporciona el pleito que el alcalde de la Villa, D. Pedro Agustín Jiménez de Soto entabla con el prior D. Cristóbal Castejón, sobre las cláusulas fundacionales de la obra pía de Doña Mayor Serrano. Hacia 1779, algunas de las viudas pobres que servían a Doña Ildefonsa Cobo (Ana de Lara y Catalina de Padrón) estaban acogidas en la obra pía, y por lo tanto ocupaban una de las doce plazas reservadas a viudas pobres, al tiempo que constituían el servicio doméstico de Doña Ildefonsa Cobo. En el transcurso del pleito, destacamos la declaración de D. Pedro Jiménez Serrano: “Dijo el testigo que igualmente sabe y le consta que Dª Ildefonsa Cobo, vecina de esta Villa tiene en su asistencia a Ana de lara y a Catalina de Padrón las cuales tienen cuarto en la referida Obra Pía, y que la dicha Doña Ildefonsa es señora anciana, de inmediato a ochenta años y que se halla impedida y casi siempre en cama... la mencionada señora, todos sus haberes que no son pocos los distribuye y gasta en el culto divino no sólo de fiestas y misas que por su mucha devoción se dicen de ordinario, sino es en casullas, albas y ornamentos para decir Misa, y también en costear retablos muy primorosamente tallados, dorados, esmaltados y guarnecidos de espejos, en haber hecho un copón grande de plata sobredorado todo aburilado y guarnecido de esmeraldas finas, siendo la de su coronación que sirve de peana a la Santa Cruz, del tamaño de una almendra grande, cuyo total del valor del citado copón y su hechura, llegaría a la cantidad de mil ducados y este mismo valor y costo le han tenido dos retablos que ha costeado“.

En efecto, la gran devoción de Doña Ildefonsa determinó la siguiente manda testamentaria: "Mando se digan y apliquen por mi ánima e intención cuatrocientas misas rezadas las doscientas en los altares de Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de Purificación y en el de el Santísimo Cristo que se venera en la capilla mayor". Por fortuna, alguien decidió que aquella bella imagen goticista del Cristo de Arjonilla merecía ser fotografiada por su valor artístico. A los arjonilleros del siglo XXI nos toca venerarlo desde una impresión en escala de grises.