viernes, 3 de julio de 2015

Los "Armaos" y la guardia ante el Santísimo en el Monumento. Un caso singular en "los Humildes" de Arjonilla

Ildefonso Rueda Jándula

La liturgia del Triduo Pascual, en los oficios de Jueves y Viernes Santo, incorporó la presencia de elementos de la religiosidad popular barroca, que aunaban lo oficial y lo popular en una vivencia unificada del Misterio de la Pasión, Muerte y Resurección de Cristo. En el presente trabajo se unen las soldadescas o escuadras de armaos que poseían algunas cofradías de nuestra tierra, en la vela ante el Santísimo en el Monumento, y una referencia circunstancial a la estación penitencial de las cofradías de Jaén en el templo catedralicio. 

El documento que vamos a exponer se funda en la prohibición que hizo el Párroco de Arjonilla en 1872, acerca del morrión con el que los “armaos” de la Cofradía de Jesús de la Humildad hacían guardia ante el Santísimo en el Monumento, el Jueves y Viernes Santo. A un hecho local, responderá el Fiscal general de la Diócesis con una argumentación que incluye las prácticas tradicionales que las cofradías en Sevilla y en Jaén mantenían a finales del siglo XIX para el caso de la reserva eucarística.

Aquel año de 1872, los ánimos de algunos cofrades estaban exaltados, quizá por otras cuestiones, si bien la excusa que motivó la queja ante el Obispo fue la prohibición de llevar la cabeza cubierta con morrión por parte de los “armaos”. Las cofradías de Jesús de la Humildad y Jesús Nazareno, celebraban su fiesta anual en el mes de Septiembre y ante la proximidad de las celebraciones elevaron la siguiente petición, firmada por más de noventa cofrades. El documento es de gran valor por cuanto informa de los elementos que componen el uniforme de “armao”, descripción que coincide con los elementos que se han mantenido hasta nuestros días.
Excmo. e Ilmo. Sor. Obispo de esta Diócesis. Los que suscriben vecinos de la Villa de Arjonilla y en parte algunos cofrades de la Santa Cruz, Jesús Nazareno, Jesús de la Humildad, San Juan y nuestra Señora de la Soledad a V.E. Ilma. con el respeto y beneración devida dicen: Que estando próximos los días en que las Cofradías de Jesús Nazareno y Jesús de la Humildad tienen costumbre de hacer la fiesta de Iglesia a dichas Ymágenes, y encontrándose estos cofrades con especialidad los de la última resueltos a no hacer función de Yglesia alguna con motivo de los acontecimientos que en los días de jueves y viernes santo último hubo en esta Villa, y que fueron arto escandalosos a consecuencia de querer el Párroco de esta Yglesia prohivir las antiguas costumbres que bienen observando los soldados romanos que con el nombre de armados pertenecen a la Congregación de nuestro Padre Jesus de la Humildad en los pasos de Semana Santa y que data de más de cien años /.../

Estos soldados romanos en los dias de jueves y viernes santo visten un traje penitenciario compuesto de calzón corto de ante, cotilla o chaqueta abrochada y guantes de lo mismo, una banda encarnada jueves santo en la tarde y viernes por la mañana y negra por la tarde para asistir al entierro de Cristo, ambas de seda, botas y zapatos negros, belo negro de seda y un casco de lata o morrión que así le llaman cubierto con varias flores contrahechas con cuyo belo y caso llevan cubierta la cara y cabeza. La misión o costumbre que tienen estos cofrades armados es asistir a la Yglesia belando o haciendo guardia en parejas al Santísimo Sacramento con sus insignias que son una pica y espada, acompañar al paso en el sermon de la madrugada tienen costumbre de hacer con las Ymagenes de nuestro Padre Jesús de Nazareno, nuestra Señora de la Soledad y San Juan, los cofrades de estas tres Corporaciones, acompañando después la procesión de los oficios de viernes santo; y en las procesiones de la calle acompañar las Ymágenes de la corporación a que pertenecen y el santo sepulcro en el entierro de Cristo, cubiertos en todos estos actos con el referido adorno de flores, como lo egecutan los cofrades llamados nazarenos con sus achas o blandones cubiertos con su capillo o capiruzo en los mismos actos.
La prohibición del Párroco acerca del morrión cubriendo la cabeza ante el Santísimo y la solución que D. Antonio Campos ofreció a los “armaos” nos proporciona una estampa jocosa, lo cual contrasta con la finalidad de esta participación de la soldadesca en días tan solemnes:

En el año segundo de encontrarse en esta el Párroco D. Antonio Campos López llamó a los referidos armados y les dijo que era preciso se quitasen el morrión en el Monumento y en la procesion de los oficios de Viernes Santo lo llevasen con una cinta o baheruquejo (sic) tirado a la espalda y que se quedaran cubiertos solo con el belo a lo que accedieron; pero visto por los referidos armados que con el movimiento de cascos las flores que los cubres unas se caen, otras se trepan y por consiguiente todas se bajan, y que al descubrirse les quedan una vista tan fea y máxime cuando la parte de belo que cubre la lata, unos la tienen en mal estado y otros hasta de diferente color produciendo por consiguiente la risa en el templo en aquellos días optaron por no quitarse el casco en el año siguiente como lo ejecutaron sin que el citado Párroco se metiese ya en tal cosa.

El distanciamiento entre el Prior y la escuadra de los “armaos” se hace cada vez más evidente y genera la sospecha de otros motivos encubiertos, según se desprende del documento: 

En los años posteriores hubo entre la Corporación de la Humildad y el Párroco motivos de disgustos que nosotros no devemos calificar, pero que han sido graves, y desde entonces se nota más (...) que el Párroco tiene hacia dicha Cofradía lo cual nos pone en la incertidumbre de creer si será un pretesto la cuestión de armados para lanzar de la Yglesia esta Corporación que consta de dos cientos hermanos segun sus listas sin contar en este número las hermanas cuando todo se funda en que los armados han de ir al Monumento con el casco quitado.

El motivo principal que alegaba el Párroco D. Antonio Campos era la irreverencia del casco o morrión en presencia del Santísimo Sacramento. Los cofrades, en su exposición ante el Obispo hicieron memoria de los anteriores párrocos que habían mantenido la tradición, como D. José Serrano, quien posteriormente fue Vicario de la ciudad de Andújar o D. José Jácome, Párroco de S. Miguel de Andújar e incluso D. Francisco de Paula Herrera, párroco que fue de Arjonilla y al tiempo de los hechos en la Parroquia de San Pedro de Jaén. 

A finales de agosto de aquel año, el Párroco reúne a las cofradías de la Villa en la “sala de conferencias” del templo parroquial, exponiéndoles a los cofrades de cada una de las corporaciones los motivos que alegaban los cofrades de la Humildad en contra de su persona. Las actas de tales reuniones expresan la voluntad de las cofradías de pasión arjonilleras de defender al Párroco frente al escrito remitido por las noventa personas afines a la escuadra de los “armaos”, y a los que el resto de cofradías intentan desligar de sus propios intereses. Finalmente, el Párroco informa al Sr. Obispo en los siguientes términos: 

¿Que ha de decir el Parroco, visto el contenido de la solicitud, sus firmantes y lo que arrojan las declaraciones que preceden? Con la imparcialidad que requiere dirá a V.S. que es errónea en varios puntos la solicitud. 1º Porque el traje no es penitenciario ni mucho menos, porque el morrion de lata no puede compararse ni a tela de tunica ni pañuelo para que pueda tolerarse puesto delante del Santísimo, cuando ni el Solideo se permite al Obispo: que no hacen sacrificio alguno en estos actos con su asistencia, pues mal se aviene en estos tiempos de malicia, la tenacidad en seguir sacrificándose: que no es la misión de armados velar o custodiar el Santísimo durante su esposición en el Monumento pues está solo las 24 horas y solo le hacen guardia, no oración, y puestos de codo al Santísimo en la hora que dura el Sermon del Jueves y durante el del viernes por la mañana y oficios, estando los ocho armados restantes sentados mientras en un banco delante del Stmo. y por supuesto cubiertos /.../ yo por mi parte diré que las firmas según declaración de los dos encargados de recogerlas, se han cogido capciosamente diciendo a unos que nada contenía la solicitud en contra del Párroco si por acaso tenían reparo en firmar y siendo muchas firmas de jovenes que no cuentan diez y ocho años y otras duplicadas y algunas tomando el nombre de otro sin que lo supiesen. muchas de ellas recogidas en el mostrador de una taberna, pues este oficio tiene el que la llevó a la vista de V.S. 

Finalmente, el 9 de octubre de 1872, el Fiscal General eclesiástico y de obras pías de la Diócesis, Juan José Horcada, emitió el informe que, el Obispo tendría en cuenta para declinarse a favor de las pretensiones de los “armaos” de Arjonilla de continuar la costumbre de llevar morrión ante el Santísimo en el Monumento. El Licenciado Horcada expuso en su informe las costumbres de la ciudad de Sevilla en cuanto a los seises, con el privilegio de danzar ante el Santísimo expuesto y cubiertas sus cabezas, así como la práctica en la Catedral de Jaén de la estación penitencial de las cofradías del jueves y viernes santo.

“...Los Armados de las Cofradías de Arjonilla no tienen más intención y objeto al presentarse acompañando los pasos de las procesiones y los actos cristianos en la parroquia el Jueves y Viernes Santo, que recordar al pueblo, la sagrada y tristísima memoria de lo que sufrió un Dios-Hombre en el sacrificio cruento de la Pasión y muerte de Cruz, rodeado y escarnecido por la multitud inconsciente y la soldadesca depravada. ¿Como ha de ser esta intención y objeto, actos de desacato e irreverencia? Pues al serlo los armados también lo serían los Nazarenos pues el caperuz en estos que equivale al casco de aquellos no se lo quitan al entrar en la Yglesia y pasar por delante del Sagrado Monumento. En efecto si el Párroco se hubiera informado de lo que ocurre en la Semana Santa en muchos puntos y aun en la misma Capital hubiera conocido su error de apreciación. En diferentes pueblos se usan soldados romanos para figurar en el Monumento, la guarda del Santo Sepulcro y ora las representen hombres o figuras pintadas, tienen sus cascos puestos, como parte del vestido que más caracteriza al Soldado y también por la propiedad en la representación pues no se da puesto alguno de guardia en que los centinelas estén descubiertos, escepto unicamente cuando acompañan al Stmo. Corpus Christi  en su solemne procesion y sin embargo hay también una grande diferencia de estar el Smo. Manifiesto a estar velado como esta Su Divina Magestad cuando se espone en el Sagrario del Monumento. Sin embargo también se hace una escepcion rara en Sevilla que tan no se considera como irreverente ni desacato cuando de publico se dice por los que tienen conocimiento del hehco que esta confirmada por un Sumo Pontifice aquella costumbre. Es el caso que tanto durante la procesion del Smo. Corpus Cristi en dicha ciudad de Sevilla y en el presviterio en ciertas ocasiones de los Divinos Oficios, durante la octava, delante del Smo. Sacramento se presentan ocho o diez niños con vestido de tonelete de raso encarnado y sombreritos vajos con grande pluma blanca y despues de hecha reverencia al Santisimo con sus sombreritos quitados, se los ponen y principian un vaile con castañuelas, correspondiente a la música que les toca la Orquesta, y concluido, ejecutan igual reverencia y se retiran. Por último en la misma Catedral nuestra, se viene observando de tiempo inmemorial que en todas las procesiones que el Jueves y Viernes Santo entran en dicha Yglesia, los nazarenos pasan por delante del Monumento con sus caperuces puestos y ni Prelados esclarecidos y zelosos ni Sres. Deanes, Dignidades y Canónigos ilustrados y virtuosos ni Maestros de Ceremonias muy competentes han puesto el más mínimo reparo a una costumbre, a producir descatos e irreverencias antes al contrario pues como los rostros van tapados en la mayoría no producen distracciones y sí respeto y Magestad...”


El documento anterior, extractado del proceso que nos ha ocupado, y que pertenece a la correspondencia del Archivo Histórido Diocesano, es toda una expresión de defensa de las costumbres que la religiosidad popular había introducido desde la contrarreforma en el discurso de los oficios de Semana Santa. Llama la atención cómo desde la autoridad diocesana se defendió en aquellas últimas décadas del siglo XIX, la costumbre de los “armaos” de Arjonilla de portar morrión en la guarda y vela del Santísimo en el Monumento, así como el conocimiento del Licenciado Horcada acerca del ritual de los seises en la Catedral de Sevilla y la inclusión del dato, quizá uno de los más singulares, que documentan la estación penitencial de las cofradías jaeneras en el interior de nuestro templo Catedral.