lunes, 21 de septiembre de 2015

Nuestras Calles: "De los Reyes a los Arcos de la Avenida

Ildefonso Rueda Jándula
Artículo publicado en
"Al pie de la Parroquia"

Desde el Botillo, donde hemos permanecido contemplando la Semana Santa, continuamos nuestro recorrido mensual por las calles de nuestro pueblo, y pasamos de largo la calle Llana, no sin antes contemplar la belleza de las curvas que describen la angostura del Botillo en su unión con la calle Llana y toda ésta que se constituye  en una de las vías mejor trazadas desde el punto de vista urbanístico. Según la opinión de los tratadistas urbanos antiguos, por el movimiento de fachadas y los juegos de luces y sombras de los distintos momentos del día, podemos descubrir nuevos escenarios, de acuerdo asimismo con nuestro propio estado anímico. No nos detenemos en la calle Llana, porque ya lo hicimos en esta revista en marzo de 1993. "Al pie de la Parroquia" también es ya, parte de la Historia de Arjonilla.

Santa María de los Reyes

Una de las ermitas menos conocida de cuantas sucumbieron al paso de los siglos, es la de Santa María de los Reyes, al comenzar la carrera de San Roque, que dio nombre a la calle y explanada que aun siendo un espacio amorfo, todos identificamos como "Los Reyes". Allí acudían nuestros abuelos en la tarde noche del cinco de enero en espera de otros reyes, los magos, y toda la chiquillería regresaba a sus casas, algo decepcionados porque tales personajes no llegaban al lugar de costumbre. Mientras, los reyes de verdad, habían dejado en sus casas los humildes juguetes -para unos pocos- y caramelos para algunos más, ante la decepción del resto.

La primera noticia histórica sobre la devoción a Nuestra Señora de los Reyes en Arjonilla, data de 1.634, cuando Diego Morales Pulido deja en su testamento un ducado de limosna a su Cofradía. Por el mismo tiempo, Doña María de Morales fundaba el hospitalillo de Jesús Nazareno y su ermita a través de su testamento. Además de esta donación, Doña María de Morales dotó a la Cofradía del Santísimo Sacramento de un censo de 18.700 maravedís de principal, sobre una casa en la calle San Roque, linde con casas de Ana López viuda de Francisco Zamora y solar de la Iglesia que fundaba la Cofradía de Nuestra Señora de los Reyes, información que nos proporciona el Catastro de Ensenada un siglo más tarde. Esto quiere decir, que al tiempo de imponer el censo a favor de la Cofradía del Santísimo Sacramento (hacia 1.630), la futura ermita era todavía un solar en el que la Cofradía de Nuestra Señora de los Reyes construiría su pequeña ermita, posiblemente con donativos particulares como la donación testamentaria de Diego Morales.

En 1676, ante las noticias de peste en Cartagena, se cierra la Villa con puertas, para guardarse del contagio, una de las cuales estuvo junto a la ermita de los Reyes. Según los testimonios orales, esta ermita era pequeña con el fin de albergar a la imagen de la Virgen, de vestir, también en pequeño tamaño. Como lugar de culto, también fue utilizado para enterramiento, y así lo dispone Juliana Vela en su testamento de 1815. Dentro de los bienes patrimoniales del Ayuntamiento, en 1890 aparece la ermita de los Reyes, con un valor de 500 pesetas, y diez años más tarde es reconocida por el maestro de obras de la Villa, Martín Carmona, por su situación ruinosa, según la siguiente declaración:

”El que suscribe perito alarife de esta Villa de Arjonilla certifico que por orden de Dn. Rafael Martínez Sánchez  he pasado a reconocer la ermita los Reyes por lo que veo está ruinosa la pared que da a la calle Llana y el frente de la puerta de la Iglesia que da a la carrera S. Roque por lo que doy el presente que firmo en Arjonilla a cinco de Marzo de mil novecientos uno“. fdo. Martín Carmona.

Esta situación provocó el abandono de la ermita para el culto católico, y así en 1931 la escuela de niños nº 3 de la localidad, del maestro D. Alfonso Lara Gómez se traslada al edificio, que es adquirido finalmente por el Ayuntamiento en 1936 por precio de 2.100 pesetas. Su extensión era de 184 metros cuadrados y la construcción fue demolida al año siguiente, durante la guerra civil, ante una decisión municipal, ya que amenazaba ruina.

En 1847, Don Bernardo Félix Jiménez Pérez de Vargas poseía un huerto zahurda al lado de esta ermita, lo que hace pensar que la calle Reyes no estaba muy poblada, o al igual que ocurre en la actualidad, muchas casas de la calle de los arcos (Avda. Andalucía) tenían sus puertas "falsas" hacia los Reyes. Un hecho curioso ocurrió en este lugar en 1668, cuando el alcalde noble de la Villa, Roque Jacinto Jiménez de Soto, dio cuentas al tribunal eclesiástico de Jaén de una afrenta que llegó a las armas entre María González, mujer de Diego López contra Fernando González de Mestanza, porque este último le había dicho a un grupo de niños que se fueran a jugar al "Ejido", (posiblemente a San Roque), y que no lo molestaran en su calle. Esto generó una discusión que degeneró en el enfrentamiento de vecinos incluso con armas.

Los arcos que nunca vimos

Para convertir el espacio abierto del Mercado en Plaza mayor de festejos taurinos, se construye en 1616, un arco y muralla, al comenzar la calle que discurría hasta San Roque desde la plaza, entre lo que hoy son las casas de Rivas y el restaurante Las Palmeras. El espacio existente entre el restaurante y la carretera, estaba ocupado por una casa, cuya fachada principal daba al mercado, y entre ésta y la casa de enfrente, se construye el arco y muralla, que dará nombre a la calle hasta el siglo XVIII: Calle del Arco.

En 1636, se repara esta obra en la que se hizo una muralla en la calle que entra en el dicho mercado de la que viene de Señor San Roque, la cual dicha muralla y arco se ha maltratado y deteriorado. Como hemos comentado, la calle se llamó "Del Arco" hasta el siglo XVIII, ya que en 1779, para evitar la ruina de la pared que divide el arco de la calle de este nombre contra la casa de Doña Ildefonsa Cobo, se construyó otro arco y entre los dos se fije el escudo de armas que tiene esta Villa. Esto último, no llegó a realizarse, y en su lugar se colocó el escudo del entonces monarca, Carlos III, que aún se conserva, colocado en las lonjas por Luis A. Salcedo, frente al bar terraza. Con este elemento, se han reconstruido virtualmente los arcos monumentales que vieron los arjonilleros del siglo XVIII, y que motivaron el cambio en el nombre de la calle, "De los Arcos".

Tan sólo cien años más permanecieron en pie estos arcos, ya que en  1887, el alcalde de Arjonilla, Don Juan Bejarano Hernández, decidió su derribo junto con el de la casa contigua a los arcos, provocando la polémica del pleno del Ayuntamiento que obligó al alcalde a paralizar las obras de demolición y a reparar el destrozo. Eso ocurrió a principios de agosto en aquel año y finalmente el derribo se llevó a cabo por completo, ante la sorpresa de los concejales. Todavía en septiembre de 1887, permanecían los escombros de los antiguos arcos sobre la calle, ante las quejas del vecindario, que provocan la decisión municipal de su retirada a la parte de la casa que aún quedaba por derribar.

Una vez destruidos los arcos, el nombre la calle había perdido su justificante, así que en 1903 la calle de los arcos pasa a llamarse Marcos Ruiz Pousibet, médico titular de la Villa desde 1883 y padre de Rafael Ruiz López, escritor que publicó en Barcelona los siguientes libros: "Cantos Nuevos", (1900), "El burro del tío Antón" (1902), "El arte de descasarse ..." (1910), "El arte de cazar mujer" y "El arte de cazar marido". Con la llegada de la guerra civil, de Marcos Ruiz, la calle pasa a llamarse Avenida de Lenin, con la dictadura, Queipo de Llano, hasta pertenecer finalmente a la Avenida de Andalucía, aunque eso es lo que dice el rótulo, porque muchos de nuestros mayores aún la nombran como "Calle de los arcos", y es que la tradición pesa sobre los cambios políticos.

La Beata Ildefonsa Cobo y otros vecinos

Es uno de los personajes que más influyeron en la vida religiosa del Arjonilla del siglo XVIII. Nos referimos a Doña Ildefonsa Cobo de Quirós, de la que se podría escribir todo un libro, aunque ahora nos contentaremos con unas breves pinceladas. Vivía en la calle del Arco, mejor dicho al lado del arco, que se apoyaba en su misma casa. Casada con don Miguel Gregorio de Mestanza y Aguilar, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, uno de los más hacendados de la Villa, de cuyo matrimonio no hubo descendencia.

Doña Ildefonsa Cobo es uno de los tres personajes que más contribuyeron a favor del patrimonio de la Iglesia en toda la Historia de Arjonilla. El primero, Don Luis Díaz de Aguilera, a finales del siglo XVII, fundador del convento franciscano, sin herederos. El segundo, Don Martín de Carmona Valenzuela, en la primera mitad del siglo XVIII, agrega bienes rústicos al convento y al pósito, también sin descendencia. Finalmente, Doña Ildefonsa Cobo aporta su patrimonio, a falta de herederos directos, para grandes obras de reforma en el templo parroquial, como la solería de jaspe y retablos del presbiterio bajo, además de donar el magnífico copón aburilado y guarnecido de medallones iconográficos y esmeraldas, pieza más significativa de la orfebrería parroquial. La Cofradía del Santísimo Sacramento fue objeto a su muerte de donaciones importantes estipuladas en su testamento.


En la calle de los arcos, Bernabé Garrote tenía en su casa un horno para cocer teja y ladrillo, que los vecinos denunciaron en 1.774, por la calor y el humo que desprendía, aunque el Ayuntamiento no prohibió la actividad al declararse la gran pobreza de este vecino, que pretendía poner en funcionamiento cuatro hornos más.  En aquel tiempo, era vecina de doña Ildefonsa Cobo, la partera Marina López, y la casa que hoy ocupa el casino, era propiedad de la Cofradía de la Virgen del Carmen. Justo al lado, haciendo esquina a la calle de Doña Sebastiana, conocida como "callejón de la tonta manteca", vivía Jerónimo Barrera y posteriormente el cura "manos negras", aunque eso da para otra historia. El mes que viene, atravesaremos los arcos para subir la calle Las Parras.