A raíz de un vídeo publicado en internet, sobre la cuadrilla de ánimas de la localidad almeriense de Fondón, la memoria me ha hecho evocar lo que pudo ser una tradición perdida en Arjonilla, de la que tan solo quedan testimonios orales de personas ya fallecidas y escasos documentos que nos remiten a costumbres que el paso del tiempo hizo caer en el olvido.
En el día de los Santos Inocentes, una cuadrilla de campanilleros rondaba las calles de Arjonilla, costumbre documentada en el siglo XVIII, en la solicitud que el Hermano Mayor de la Cofradía de las Ánimas hacía al Cabildo municipal. Un dato interesante que aporta este documento es la utilización de los “trajes
correspondientes”, y determinadas prácticas de regocijo particular que la mentalidad ilustrada se encargó de corregir.
El documento dice así: “... En este Cavildo
hize presente a esta Villa un memorial presentado por el hermano maior y
Governadores de la Cofradía de las Venditas Ánimas del Purgatorio que se sirve
en la Parroquial de esta Villa por el que solicitan licencia para pedir limosna
el día de los Santos Inocentes con traxes correspondientes con el motivo de
exitar la piedad y debozion christiana en alibio de dichas venditas almas. El
que visto por sus merzedes dixeron concedieron las licencia que solicitan
dichos cofrades con tal de que para pedir la dicha limosna no entren en las
Iglesias ni se intrometan con los caballeros sazerdotes ni con mujeres aunque
les ofrezcan limosnas para sacarlas de sus casas en cuerpo como antiguamente se
hazía ni atropellen a persona alguna ni hagan con ella exceso contra su
voluntad con aperzibimiento de que verificada qualesquiera de las cosas que
lleban proibidas en el instante se recoxerá dicha lizenzia y zesará el
venefizio que desean y sus merzedes apetezen y para que les conste
debuelbaseles este memorial con testimonio de esta providenzia ...”[1]
Los
“campanilleros” encargados de pedir limosnas a las puertas de los hogares, cantaban la
siguiente letrilla:
Las
ánimas benditas,
a tu
puerta han llegado,
a
pedirte una limosna,
por
Jesús Sacramentado.
Otras
composiciones, han perdurado en la memoria de nuestros informantes, al estar
relacionadas con casos anecdóticos de esta cuadrilla de ánimas. Nos cuenta Isabel
Víctor lo que ocurrió en cierta ocasión con D. Manuel García Jiménez, avecindado en la calle Hornos, hoy día Doctor Castillo: Al aproximarse la
cuadrilla de ánimas dirigida por el cura D. Juan Hernández, de quien se decía
tenía grandes dotes para componer letrillas, entonaron la canción anterior. Al
oírla, D. Manuel sale al balcón de su casa negando la limosna requerida, a lo
que respondieron los miembros de la cuadrilla:
A
las ánimas benditas,
no
hay que cerrarle la puerta,
que
diciendo que perdonen,
se
van ellas tan contentas.
Y
posteriormente respondió D. Manuel con la siguiente:
A
las ánimas benditas,
mi
puerta tengo cerrada,
que
pintadas en un lienzo,
no
necesitan de nada.
Este
diálogo cantado, termina con la respuesta del grupo que al fin conmueve al
incrédulo dueño de la casa:
A
las ánimas benditas,
dale
limosna y no tardes,
que
sabe Dios si la des,
por
el alma de tus padres.
E
inmediatamente, según cuenta nuestra informante, bajó del balcón D. Manuel
García, invitando a la cuadrilla a pasar a su casa, donde entregó al cura cinco
duros de limosna, preguntándole si era cantidad apropiada. Aún se recuerdan
otras sobre casos concretos, como esta en la que se critica a un hacendado de
la Villa por haber sido poco generoso en su limosna para las ánimas:
Come
pollos y gallinas,
si
quieres llevarte algo,
que
lo que dejes aquí,
otro
queda en el encargo.
O
esta otra, que alude a la antigua costumbre de colgar los melones con hilo de
pita, de las bovedillas que cubrían los portales de las casas:
Las
ánimas benditas,
a tu
puerta han llegado,
a
pedirte un melon blanquero,
de
esos que tienes colgados.