Ildefonso Rueda Jándula
La administración de los bienes de una Cofradía es una de las tareas fundamentales de estas asociaciones de fieles. Cuando en el transcurso de esta tarea surgía alguna irregularidad, eran las instancias superiores eclesiales las que solicitaban “rendir cuentas”. Así ocurrió en el año 1657, cuando se solicitó por el Provisor y Vicario General de la Diócesis de Jaén que se presentasen las cuentas de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad de Arjonilla por su Mayordomo, D. Juan Ropero de Mendoza.
Esta cofradía arjonillera había sido fundada en el año 1603, con unos estatutos en los que se regulaba la elección del Mayordomo al tercer día de pascua de Resurrección, ante el Prior, eligiéndose cargos por duración de dos años. D. Juan Ropero de Mendoza, Mayordomo de la Cofradía de la Soledad permaneció en el cargo hasta el año 1655 en el que le sucedió en el cargo D. Melchor López de Castilla.
La presentación de las cuentas de esta administración ante el Vicario General nos permite conocer el funcionamiento de esta Cofradía a mediados del siglo XVII, unos cincuenta años después de su fundación. Las cuentas detallan los ingresos de la cofradía (cargos) y los gastos (data). Entre los ingresos, la cofradía tenía muy buena salud económica, ya que disponía de numerosos censos, además de la limosna que ingresaban mediante las tazas petitorias. Los nuevos cofrades seguían en esta época pagando de ingreso lo estipulado por los estatutos fundacionales, 4 reales para los varones y 2 reales para las hermanas cofrades.