domingo, 26 de enero de 2014

El "Mercao", plaza mayor de Arjonilla

Procesión del Domingo de Resurrección
por la Plaza Mercado

EL “MERCAO”, PLAZA MAYOR DE ARJONILLA.
Artículo publicado en la revista "Al pie de la Parroquia de Arjonilla"
Ildefonso Rueda Jándula
A Luis, por ennoblecer
la plaza de nuestro pueblo. 

Abierto como la piel de un toro, cruzado en aspa del santo apóstol Andrés, este espacio amorfo donde convergen todas nuestras calles, todas nuestras vidas -desde las primeras aguas bautismales hasta la aspersión final-, la plaza mayor de Arjonilla ha sido testigo mudo de nuestra Historia, desde la construcción de la torre hasta el último adiós al arquitecto que la ennobleció blasonando los plintos y lonjas que separan el recinto sacro, del antiguo albero de las tardes de toros y noches de farolillos verbeneros. 

Plaza de contrastes: procesiones y mascaradas, caídos de un lado y del otro, donde sucumben los trovadores ante los filósofos universales, rincón de amores jóvenes sobre las tumbas del antiguo cementerio, al lado de la umbría, juegos infantiles, y último paseo. Lugar de hogueras por San Antón, juncias de Corpus, con olor a jazmines y damas de noche agosteña, cuando la tambora resuena entre los miradores de las casas. Citas de primeros amores, inspiración del poeta que esperaba de madrugada, sentado en un banco, la llegada de una Virgen más guapa que abril. 13 de agosto de 1.988. Yo estuve allí. Aquella noche compuso la estrofa, escribiéndola más tarde sobre un abanico que alguien guarda celosamente. ¿Cuántas páginas podrían escribirse de vivencias en esta plaza? Cada arjonillero tendrá las suyas propias. Permitidme seleccionar algunas para la posteridad, perdonad mi atrevimiento, aunque antes veremos algo de su propia historia.

ALGO DE HISTORIA

Procesión de Ntra. Sra. de la Soledad
saliendo del templo parroquial, dentro de la lonjas.
Posiblemente el Viernes de Dolores (ya que la Cruz
parroquial no se encuentra oculta, como sí debe estarlo
en el Viernes Santo)
 En 1.587, la casa del cabildo o Ayuntamiento, junto con otros edificios particulares, ocupaban lo que hoy es la plaza de la Encarnación. No existía por tanto este espacio abierto, que se va a constituir en plaza mayor a partir del año 1.590 aproximadamente. Para conseguir esta explanada delante de la Iglesia mayor de la Villa, el alcalde Cristóbal de Olivares Hinestrosa, junto con los regidores Jerónimo Serrano y Francisco de Montoro Serrano, demolieron la primitiva casa de Ayuntamiento, en cuya sala de cabildos, aparecían pintadas en la pared las imágenes de la Inmaculada, San Benito y San Bernardo. También  eliminaron el corral del ganado que se apresaba en el campo y la casa que compraron a María de Morales por 27.374 maravedís, cuyo solar pasó a formar parte de la nueva plaza. Por aquel entonces, ya se decía que en este sitio se hacían las fiestas generales y carreras de caballos. Sobre esta última costumbre diremos que el resultado de la carrera a veces era algo trágico. Así nos encontramos la causa criminal que en 1.678 se juzga en el tribunal eclesiástico de Jaén, por la muerte de una persona en las carreras de caballos del Mercado.

Las lonjas de la Iglesia, hacia el lado de la umbría sirvieron como cementerio, mientras que hacia el mediodía se aprovecharon sus adarves como silos. en 1639, se guardó la cebada del año anterior en el silo propiedad de Juan de Zamora Ropero “las doscientas y beinte y quatro fanegas nuebe celemines y medio quartillo de cebada que en el dicho pan decimal de la cosecha del año pasado la ablentaron para quitarle el polbo y luego los dichos tres hombres echaron la dicha cebada en un silo de Juan de Zamora Ropero questa junto a el adarbe de la lonja de la Yglessia Mayor desta Villa a la puerta que de la dicha Yglesia sale a el medio día". 

Por su situación céntrica y gran amplitud, el Mercado era lugar idóneo donde realizar el registro de caballos, en la política borbónica de conservación de la raza caballar. Así se realizó en 1.726, cuando acudieron todas las caballerías de la Villa. Sin embargo, lo que caracterizó las fiestas barrocas de la plaza fueron las corridas de toros, que motivaron el cierre con los arcos a su entrada, (calle los Arcos) desde la carrera de San Roque. Para contemplar estos espectáculos, los edificios de la Plaza Mercado se constituyeron en auténticos miradores, donde contemplaban los vecinos las capeas del Corpus, Santiago y San Roque. Al respecto, añadimos que en 1.616, Bernardino de Aguilar recibió de D. Luis Serrano Valdivia, una casa en arrendamiento, en el Mercado, con la siguiente condición: “que las ventanas de las dichas casas que salen a el dicho mercado han de quedar por el dicho Don Luis Serrano que se a de servir dellas sin que por ello tapie cosa alguna porque para el dicho efecto solamente queda para mi lo alto de la torre que está en las dichas casas”. Asimismo conocemos el lugar que ocupaba la corporación municipal, como presidencia del festejo, ya que en 1.879, se notificó la venta de la casa propiedad de D. José Ignacio Coello, en el Mercado, a Francisco Gómez Cuesta, comprador que veía la dificultad en la costumbre del Ayuntamiento en ocupar parte del edificio para ver las fiestas públicas. Desde el consistorio se intentó comprar la casa por 575 pesetas.

También tenemos noticias de la comedia que pretendían representar los Cargos de la Soldadesca de la Virgen del Rosario que está en la ermita de San Roque, (Virgen de las Batallas), el 17 de agosto de 1.748, prohibiendo el Ayuntamiento esta representación "respecto de pender todavía el beneficio de las mieses", y sugiriendo su traslado hasta el mes de Octubre, con lo que tuvieron que recoger las maderas del tablado que ya habían comenzado a fabricar en el Mercado.

RÓTULOS DE "QUITA Y PON"

Los sucesivos cambios políticos de los dos últimos siglos se dejaron notar en la rotulación de la plaza, conocida desde antiguo como Mercado, hasta que en 1.835 fue rotulada como Plaza de Isabel II, aunque este nombre sólo permaneció un año, ya que en 1.836 pasó a llamarse Plaza de la Constitución. Ya en nuestro siglo, las obras benefactoras de la infanta Doña Isabel Francisca de Borbón, conocida como "La Chata", se concretan en la creación de una escuela de niñas a partir de 1.894: “Por el Señor presidente se dio cuenta a la corporación de que efecto de las gestiones llevadas a cabo por la Ilustre Señorita Doña Carmen Coello y Pérez del Pulgar, cerca de su Alteza la Infanta Doña Isabel de Borbón y Borbón se había concedido por esta serenísima Señora la instalación en esta localidad de una escuela gratuita de niñas y niños menores de siete años cuya escuela, como indicado queda, será costeada por la dicha infanta si se provee de local adaptable al caso; en su virtud sometía a la consideración del Ayuntamiento lo anteriormente expuesto". Entre otras cosas, la Infanta donó a la Parroquia la imagen del Corazón de Jesús, por lo que en agradecimiento pasó a llamarse el Mercado en 1.914, Plaza de la Infanta Isabel.

Los nuevos tiempos republicanos legitiman el poder visualmente, desde la nueva rotulación de calles. El Mercado se llama ahora "Plaza de la República", que una vez derrotada por el régimen de Franco, cambia por "Plaza de los Mártires". Recientemente, su rotulación como "Plaza de la Encarnación", elimina el carácter político de los nombres anteriores. Yo, sin embargo, me quedo con el de siempre, el "Mercao", donde me mandaban desde pequeño a jugar, cuando se daba la lata en casa. Ojalá algún día se ponga en práctica la propuesta de un arjonillero ausente y familiar mío, Luis Pérez, de rotular las calles de Arjonilla con su antiguo nombre, y que vuelvan el Botillo, y la calle Ponguíos, y los Roperos y Priores, que poco tenemos que ver con Velázquez, Jacinto Benavente y Cristóbal Colón entre otros.

León rampante, conocido popularmente
como "La mona"
LA CASA DE LA MONA

Unas pinceladas finales, de eruditos locales, como Matías Varea que escribía, acerca de la "Casa de la Mona": "blanqueada de solariegas mansiones, destacando la blasonada "casa de la mona", a la que el gracejo popular denomina así por estar encimerada por un león que sostiene un escudo; solar en que naciera el eminente Filósofo, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid Rvdo. Sacerdote, García Morente; punto convergente de tres principales avenidas, que tenía que convertirse en el gran centro, corazón y latido de la Villa". (Matías Varea Úbeda. 1959).

Y en "Historias de Cal y Barro", Miguel Fernández nos deleita con una descripción del pasado de este lugar: El paseo es pequeño, coquetón. Su forma asemeja un triángulo rectángulo. Al final está el “banco de la Victoria”. Apoyo una mano sobre él y miro de nuevo al paseo: al frente, la iglesia parroquial, erguida y solemne, con sus ladrillos rojos y su cúspide metálica. A los lados, casas medianas, perfectamente encaladas /.../ El paseo está ahora solitario. ¡Qué tristes son los paseos solitarios!. Los paseos parecen pedir holgazanes continuos, viejos inútiles y sabihondos, chiquillos que jueguen a coger las lunas reflejadas. Los domingos y festivos son los únicos días que el paseo se hace pequeño. Yo admiro estos paseos pueblerinos. Huelen a amor naciente, sin saciar, sin terminar de paladear sus múltiples sabores. A juventud envejecida, a carne caliente y a pretensiones rotas.