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Procesión del Domingo de Resurrección
por la Plaza Mercado |
EL “MERCAO”, PLAZA MAYOR DE ARJONILLA.
Artículo publicado en la revista "Al pie de la Parroquia de Arjonilla"
Ildefonso Rueda Jándula
A Luis, por ennoblecer
la plaza de nuestro pueblo.
Abierto como la piel de un toro, cruzado en aspa del santo apóstol Andrés, este espacio amorfo donde convergen todas nuestras calles, todas nuestras vidas -desde las primeras aguas bautismales hasta la aspersión final-, la plaza mayor de Arjonilla ha sido testigo mudo de nuestra Historia, desde la construcción de la torre hasta el último adiós al arquitecto que la ennobleció blasonando los plintos y lonjas que separan el recinto sacro, del antiguo albero de las tardes de toros y noches de farolillos verbeneros.
Plaza de contrastes: procesiones y mascaradas, caídos de un lado y del otro, donde sucumben los trovadores ante los filósofos universales, rincón de amores jóvenes sobre las tumbas del antiguo cementerio, al lado de la umbría, juegos infantiles, y último paseo. Lugar de hogueras por San Antón, juncias de Corpus, con olor a jazmines y damas de noche agosteña, cuando la tambora resuena entre los miradores de las casas. Citas de primeros amores, inspiración del poeta que esperaba de madrugada, sentado en un banco, la llegada de una Virgen más guapa que abril. 13 de agosto de 1.988. Yo estuve allí. Aquella noche compuso la estrofa, escribiéndola más tarde sobre un abanico que alguien guarda celosamente. ¿Cuántas páginas podrían escribirse de vivencias en esta plaza? Cada arjonillero tendrá las suyas propias. Permitidme seleccionar algunas para la posteridad, perdonad mi atrevimiento, aunque antes veremos algo de su propia historia.
ALGO DE HISTORIA
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Procesión de Ntra. Sra. de la Soledad
saliendo del templo parroquial, dentro de la lonjas.
Posiblemente el Viernes de Dolores (ya que la Cruz
parroquial no se encuentra oculta, como sí debe estarlo
en el Viernes Santo) |
En 1.587, la casa del cabildo o Ayuntamiento, junto con otros edificios particulares, ocupaban lo que hoy es la plaza de la Encarnación. No existía por tanto este espacio abierto, que se va a constituir en plaza mayor a partir del año 1.590 aproximadamente. Para conseguir esta explanada delante de la Iglesia mayor de la Villa, el alcalde Cristóbal de Olivares Hinestrosa, junto con los regidores Jerónimo Serrano y Francisco de Montoro Serrano, demolieron la primitiva casa de Ayuntamiento, en cuya sala de cabildos, aparecían pintadas en la pared las imágenes de la Inmaculada, San Benito y San Bernardo. También eliminaron el corral del ganado que se apresaba en el campo y la casa que compraron a María de Morales por 27.374 maravedís, cuyo solar pasó a formar parte de la nueva plaza. Por aquel entonces, ya se decía que en este sitio se hacían las fiestas generales y carreras de caballos. Sobre esta última costumbre diremos que el resultado de la carrera a veces era algo trágico. Así nos encontramos la causa criminal que en 1.678 se juzga en el tribunal eclesiástico de Jaén, por la muerte de una persona en las carreras de caballos del Mercado.